¡Buenos días, princesa! Convertir en bella la vida cuando la vida es caos, angustia e incertidumbre, es privelegio al alcance de sólo unos pocos. De esos pocos que son capaces de hacerte ver en las nubes negras de una gran tormenta, formas cómicas para que te mees de la risa.
No es un nombre cogido al azar sino una palabra sagrada que da nombre a un estilo de transformar la historia en un cuento real que un niño puede comprender riendo mientras sus mayores ocultan sus lágrimas. Ellos son los Cómicos de Valdemorillo.
Una sucesión de gags, a veces dramáticos, pero por lo que tienen de teatro, no por tristes o trágicos; otras veces, circenses o musicales, hilados por la voz de nodo en off que narra con precisión cronológica los sucesos de la última pandemia que azota al mundo. Eso es, ni más ni menos, Clownfina2. Un espectáculo dirigido al público infantil realizado por dos payasos con mucho corazón y buen oficio, que gestaron su comedia a la medida de su propia experiencia. Un regalo para los niños y para todos los que creemos en la labor educativa y social del teatro.
Se llenó el Antonio Machado. Y hasta puede que se vaciara y llenara varias veces durante la representación, como la parada de una estación central de metro en hora punta. Un reto para la concentración de los dos artistas que, en algún momento de la función, no sabían si ya la habían comenzado o la estaban soñando. Adorables de cualquier modo; también los niños y sus padres.
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