Como en el arranque de un viaje inesperado sin billete de vuelta, nació Travesías, una odisea atemporal y circunstancial en la adolescencia de un grupo de teatro que decidió pasar de taller a compañía sin medir las consecuencias.
Detrás de cada grupo se encierra quizás, una historia enraizada en la infancia de las personas que un día, sin saber bien por qué o, simplemente porque sí, fabricaron una esquina para tomar un nuevo rumbo, sin metas ni futuro preestablecidos pero con la sana conciencia de quien escucha bien lo que su propia vida le cuenta.
Así es LaTeadeTro, una compañía como muchas otras que necesitan una hoja de cálculo electrónica para ordenar un palmarés que ya no les cabe en las maletas.
«Si no pasas por Travesías y no haces un papel en Travesías y no vives Travesías... no eres de LaTea».
Hoy desvelamos, con el permiso y voz de su directora Cristina, una parte de lo que les hace diferentes, que no mejores ni peores.
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